Verificadores de verificadores, la Unión Europea y Facebook: actores en la lucha contra la desinformación
Analizamos el trabajo de entidades como The Trust Project, la Unión Europea o la International Fact-Checking Network que, entre otras, avalan a los medios que están luchando eficazmente contra los bulos
Fuente: Pexels
Verificar está de moda. Desde hace más de diez años, numerosas empresas periodísticas han surgido con el único fin de luchar contra la desinformación. En Estados Unidos, cabeceras como Politifact, Snopes o FactCheck.org llevan desmintiendo bulos desde la década del 2000 y esta costumbre se ha internacionalizado con el paso del tiempo, desde Latinoamérica hasta el Reino Unido. No obstante, el fenómeno de la verificación no llegó a España hasta hace unos pocos años, principalmente gracias al programa El Objetivo de LaSexta. Después se sumaron Maldita.es, La Chistera de El Confidencial o Newtral, y, hace poco más de un mes, con motivo del Día Internacional del Fact-checking, arrancó la primera plataforma de verificación en Catalán (Verificat).
La elección de Donald Trump o la aprobación del Brexit han incentivado el debate sobre la desinformación en los medios y en la opinión pública. Unos se han mirado a otros sin ponerse de acuerdo en nada, salvo en una cosa: todos acusan a las redes sociales, como Facebook, Twitter o Instagram, o a los servicios de mensajería como Whatsapp o Telegram. Cada vez más periodistas se dedican en cuerpo y alma a la lucha contra las supuestas noticias falsas (aquí Derek Bowler, verificador de la European Broadcasting Union, explica por qué este término es erróneo). ¿Pero cómo es posible saber si esas verificaciones no son otro bulo? ¿Quién verifica a los verificadores? ¿Son efectivos los acuerdos para desmontar noticias falsas? En este artículo se señalan algunos ejemplos de organizaciones y convenios internacionales dedicados precisamente a eso: luchar contra la desinformación y lograr que los desmentidos se viralicen aún más que los bulos.
International Fact-Checking Network (IFCN)
En 2015, el Instituto Poynter creó la International Fact-Checking Network (IFCN) que reúne a periodistas dedicados a la verificación en todo el mundo. Son 66 los miembros de este selecto grupo — entre ellos, Le Monde (Francia), Full Fact (Reino Unido) y PolitiFact (EE.UU.). Para sumarse, las organizaciones candidatas deben cumplir los siguientes criterios:
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Compromiso con la neutralidad. Como señala el Instituto Poynter, “las organizaciones firmantes del acuerdo deben utilizar siempre el mismo criterio en sus desmentidos, sin postularse en ninguno de los temas de su verificación”.
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Compromiso de transparencia con las fuentes empleadas para verificar. “Los firmantes del acuerdo deberán dar a los lectores los detalles suficientes” acerca de la fuente empleada. No obstante, esto puede obviarse si desvelar la identidad de la fuente implicara peligro hacia ella. En tal caso, la IFCN insiste en que “deberían darse todos los detalles posibles” del proceso de verificación.
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Transparencia en cuanto a la propia organización y su constitución. En este punto, la IFCN insiste en que, si las organizaciones firmantes han sido fundadas por una compañía ajena, esta última nunca ejercerá “influencia” sobre los desmentidos. Además, los miembros deberán explicar claramente la estructura empresarial, su estado legal y proporcionar vías de comunicación sencillas para los lectores.
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Transparencia en la metodología de trabajo. Los miembros del consorcio deberán detallar “qué metodología emplean para seleccionar, escribir, editar, publicar y corregir” sus desmentidos, afirma la organización. Asimismo, deben alentar a los lectores a enviar quejas si consideran que no están haciendo su trabajo correctamente.
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Proporcionamiento de correcciones abiertas y honestas. Además de detallar claramente cuál es la política de desmentidos, las organizaciones firmantes del acuerdo deben de estar abiertas a corrección y mostrar siempre a sus lectores la versión más acertada de sus desmentidos.
Vídeo sobre los criterios establecidos por la IFCN:
Hasta la fecha, Newtral y Maldita son los únicos medios españoles miembros de la International Fact-Checking Network.
The Trust Project
The Trust Project es un consorcio internacional de medios de comunicación de distintas partes del mundo, y tiene su sede en el Centro Markkula para la Ética Aplicada de la Universidad de Santa Clara. Entre sus miembros se encuentran algunos de los rotativos más conocidos del planeta, como The Economist, The Independent o el Washington Post. Los criterios en los que se basan son prácticamente idénticos a los del IFCN mencionado anteriormente: publicación de correcciones en el menor tiempo posible, explicación de la estructura empresarial y de las fuentes de financiación, transparencia en la metodología, fomento del diálogo de los lectores, y neutralidad. Estos criterios fueron decididos a través de una serie de entrevistas en profundidad a usuarios de internet, junto con el estudio de su comportamiento.
El consorcio está liderado por la periodista científica Sally Lehrman , premiada en multitud de ocasiones. Al igual que la IFCN, The Trust Project comienza su andadura en 2015, y actualmente cuenta con más de 70 miembros. De nuevo, la representación española está encabeza por dos medios, aunque en este caso son El País y El Mundo.
Resumen de los objetivos de The Trust Project/ Captura de pantalla.
NewsGuard
Si bien las dos anteriores se dedicaban a aglutinar medios considerados veraces, NewsGuard va más allá: puntúa su nivel de fiabilidad de 1 a 100. Encabezada por dos periodistas de gran prestigio y recorrido, Steven Brill y Gordon Crovitz, esta compañía emplea nueve criterios para catalogar las cuentas que distribuyen noticias.
Con estos criterios como guía (relacionados también con la transparencia y el rigor), las páginas analizadas reciben una etiqueta de cuatro posibles. Si el medio es fiable, obtendrá una etiqueta que ellos denominan “verde”. Esto quiere decir que la cabecera en cuestión ha puntuado más de 60 sobre 100. Por el contrario, si ésta no alcanza dicha puntuación, será catalogado como “rojo”, con el fin de alertar de que es un lugar susceptible de compartir bulos. Asimismo, este verificador tiene en cuenta también si la web es de contenido satírico o bien si se trata de una plataforma social, donde no publican medios sino usuarios. Aquí la compañía no se moja, ya que puede haber contenido legítimo o no, pero remarcan que siempre dan información sobre la web que está visitando el usuario.
Estas son las cuatro etiquetas que reparte NewsGuard según sus nueve criterios.
Pese a que esta clasificación esté estandarizada, NewsGuard insiste en que no clasifican a todos los verdes igual. La única condición que cumplen estas páginas web es su respeto por los nueve criterios de la compañía, pero cada caso se estudia por individual, y esto hace que no haya dos cuentas verdes estudiadas del mismo modo.
Este verificador se lanzó en 2018 y hasta la fecha más de 500 páginas web han mejorado su metodología de trabajo periodístico siguiendo sus criterios. Su herramienta más valiosa es la extensión que crearon para los buscadores de internet (Chrome, Safari, Firefox y Edge), la cual permite al usuario certificar si una web es fiable o no.
El Código Ético contra la Desinformación de la Unión Europea
Desde el escándalo de Facebook y la empresa Cambridge Analítica, la Unión Europea ha incluido la desinformación como uno de sus grandes objetivos a combatir. Ya en abril del año pasado, estableció una serie de metas en su informe sobre las noticias falsas, que encontró su culminación en el Código Ético contra la Desinformación (publicado en septiembre de 2018). Dicho código seguirá vigente a lo largo del 2019, con informes mensuales acerca de su cumplimiento por parte de los miembros que han accedido a cumplirlo. No obstante, éste tiene una importante diferencia con respecto a los criterios implantados en los dos casos anteriores: no va dirigido a periódicos y fact-checkers, sino que apunta directamente a los buscadores y a las redes sociales.
Como se ha mencionado, compañías como Google, Twitter, Mozilla o Facebook han jugado un importante papel en la desinformación; pues, una vez señaladas como culpables, éstas han decidido unirse al acuerdo de la Unión Europea. Los gigantes tecnológicos se han impuesto voluntariamente dichos criterios para evitar que la desinformación siga extendiéndose como un virus, pero hasta la fecha no han cumplido con lo que prometieron. A escasos meses de las elecciones europeas, la Unión teme que los contenidos falsos se propaguen con el fin de condicionar los comicios, por lo que, si la cosa no mejora, plantean regular la normativa y así obligar legalmente a estas empresas a ser más transparentes. Por otro lado, Facebook intentó hace un par de años etiquetar lo que es desinformación y lo que no, pero hasta la fecha esto no ha dado demasiados frutos.
Facebook, verificador de información: por qué no es una buena idea
Como señalan en The New York Times, Facebook ha implantado sus propias estrategias para luchar contra la desinformación. La compañía de Mark Zuckerberg optó hace un par de años por etiquetar las noticias falsas como tal. Fue un fracaso absoluto. En un estudio realizado por académicos de Yale y el MIT, se probó que etiquetar las noticias como falsas no cambia la percepción que tienen las personas ante contenidos inventados, principalmente porque el sesgo ideológico es el principal culpable de que los usuarios conciban las publicaciones como verdaderas. Asimismo, en un segundo estudio de los mismos académicos, se planteó otro escollo: etiquetar los contenidos hace que los usuarios tomen por cierta cualquier noticia que no haya sido catalogada como falsa.
Según los autores del paper, es imposible contrastar todo, por lo que esperar que una noticia sea verdadera por el simple hecho de no estar etiquetada es un error (al final, la compañía acabó quitando estas etiquetas). Ahora bien, una investigación realizada por un profesor de la Universidad de Michigan, Brendan Nyhan, certifica que el etiquetado de Facebook ha contribuido a que los usuarios sean más escépticos en cuanto a los contenidos que consumen. Rechazo similar al que se dio cuando la red social publicó un artículo dando consejos para evitar ser engañados por estas publicaciones. Facebook ha insistido demasiado en que las personas se mantengan escépticas, hasta el punto de que los usuarios no se crean contenidos que sí son veraces.
Ante ello, Nyhan señala que la mejor solución es el establecimiento de acuerdos con fact-checkers; de este modo, en lugar de ser Facebook el que etiquete lo que es verdad y lo que no, debería delegar en periodistas formados para ello. Y lo están haciendo. En España han firmado un acuerdo con Newtral y Maldita para luchar contra la desinformación, y desde diciembre de 2016 cuenta con un programa de colaboración con verificadores (actualmente tiene acuerdos con 43 socios). A la desinformación le han salido unos cuantos enemigos. Sin embargo, no hay que olvidar que a día de hoy Facebook sigue recibiendo más de 70 millones de citas a noticias falsas cada mes, mientras que los bulos en Twitter rondan entre los 4 y 6 millones. Organizaciones como NewsGuard, IFCTN, The Trust Project o este último convenio de Facebook sirven para comprobar cómo el mundo del periodismo se está movilizando para luchar contra la desinformación. Como señala Pepe Cerezo en este artículo, tampoco hay que olvidarse del periodismo local. La cercanía al usuario es un factor de vital importancia para lograr su alfabetización mediática, y más viendo que los medios regionales mantienen la confianza de los lectores por encima del resto de rotativos. Por ello también habrá que seguir de cerca cómo avanzan estas compañías.
Pese a que parezca imposible encontrar un antídoto único contra la desinformación, la movilización existente brinda cierta esperanza ante el panorama actual. Porque la única cura probable contra esta lacra parece la de siempre: hacer buen periodismo.