Xavier Aldekoa (Revista 5W): “Nuestra función no es intentar cambiar el mundo, sino poner un punto de inicio para que el lector comience a cambiar las cosas”

Xavier Aldekoa (Barcelona, 1981) refleja a la perfección el amor por el oficio. A lo largo de la entrevista, este licenciado en Periodismo y Ciencias Políticas deja claro su pasión por cada proyecto y la necesidad de vocación para poder desempeñar su trabajo. Con 20 años comenzó su andadura y hoy Aldekoa es un reputado periodista freelance con especial afecto por el continente africano. Es corresponsal de La Vanguardia y colabora en varias revistas, radios y periódicos. Ha publicado los libros Océano África (2014), Hijos del Nilo (2017) e Indestructibles (2019), donde intenta plasmar lo que sucede en África. Es cofundador de la Revista 5W-Crónicas de larga distancia de periodismo internacional, y trabaja como coordinador y reportero de la misma en África. También es cofundador de la productora social e independiente Mugunzu. Ha impartido clases en el Máster en Innovación en Periodismo de la UMH.

Pregunta:Teniendo en cuenta la transformación digital que han experimentado los medios, ¿cómo definiría la innovación en el periodismo?

Respuesta:Lo más innovador es el periodismo de orfebrería, que es el periodismo de ir al terreno y mancharse las botas, dedicar mucho tiempo a una sola historia… Ese periodismo para mí es innovador porque ahora no es tan normal. Después podemos hablar de la innovación de las tecnologías que ayudan a hacer ese trabajo, pero sigue estando en la esencia lo más importante, que es el ir, ver, preguntar e intentar entender, y contar. Y en esa innovación, es donde reside el periodismo. Luego está lo demás, que son los podcasts, fotogalerías, videos o ilustraciones animadas que pueden aportar la narrativa al relato, pero al final lo más innovador es hacer el periodismo de siempre.

P. Según su criterio, ¿qué medio nacional o internacional destacaría entre los más innovadores?

R. La verdad es que con los medios de comunicación intento no casarme nunca. Hay cosas que hacen ciertos medios que me gustan y otras cosas no. Por ejemplo, The New York Times hace cosas innovadoras, a nivel local eldiario.es acierta con la innovación, y Altaïr, aún más local, también trabaja bien… aunque por gustos personales me puedan agradar unos más que otros.Lo que creo, y no solo en los nuevos medios, es que hay profesionales dando en la clave. Por ejemplo, en la Cadena SER tienen una sección de tribunales en Cataluña que hace un periodismo de alta calidad que no tiene nada de innovador, ya que es una radio, pero es un gran trabajo. No hace falta irse muy lejos, se pueden hacer las cosas bien independientemente del medio en el que se trabaje.

P. ¿Cómo piensa que se debe llevar a cabo la innovación en los medios para que sea realmente eficaz?

R. Según mi experiencia, la innovación se debe utilizar para provecho propio. El poderme conectar y enviar crónicas desde diferentes lugares del mundo, a mí me ha cambiado la vida. Yo viví lo inicios de internet, y recuerdo ir a los cibercafés en África y tener que enviar mis crónicas con unos ordenadores muy viejos y lentos, con los que tardaba más de una hora en enviar mis publicaciones. Ahora escribo mis crónicas en el teléfono o grabo sonidos y los envío a la radio al instante… El hecho de que haya tecnología alrededor te da muchas más posibilidades.

“La sensación que tengo sobre el periodismo español con relación al internacional, es que no vamos a la cabeza”

P. ¿Cree que en el periodismo español se innova poco o mucho?

R. No soy un experto sobre cómo está la situación de los medios de comunicación españoles. La sensación que tengo a nivel del periodismo internacional es que no vamos en cabeza, y que hay otros medios haciendo cosas mucho mejores. Es una percepción con relación al periodismo internacional.

P. Poniendo el enfoque en su trabajo, usted ha cubierto casos de guerras fratricidas o hambrunas, con gran trabajo de producción y de explicación de temas complejos en África. ¿Puede describirnos su forma de trabajar y de entender el periodismo?

R. Intento cubrir todo lo que ocurre en África, también temas de interés general como la irrupción de las energías solares, el crecimiento de los movimientos feministas en África, la explosión económica de países como Etiopia, la caída de dictadores, entre otros asuntos. Trato de hacer un trabajo equilibrado y honesto, y para mí, eso está ligado a la pausa. Reivindico poder llegar a los sitios y escuchar. Yo soy periodista porque escucho, y muchas veces se me pueden escapar cosas. Llevo más de 20 años cubriendo el continente, pero hay veces que en un lugar donde los códigos, la lengua y la cultura son diferentes, si no tienes la humildad suficiente para saber que necesitas escuchar, no puedes empezar a entender y a mirar con unos ojos desligados de prejuicios que probablemente tienes.

P. Ha publicado tres libros: ‘Océano África’, ‘Hijos del Nilo’ e ‘Indestructibles’. ¿Con cuál se siente más satisfecho?

R. Es muy complicado elegir uno. Me gustan mucho los tres, ya que tratan de explicar el continente africano desde diferentes prismas también con humor desde las culturas, las tradiciones, la economía… Los protagonistas son las personas con las que me he ido encontrando a lo largo del camino, y a partir de ellas intento entender y explicar el continente. Que elija el lector, ahí yo no puedo ayudar.

P. Usted es cofundador de Revista 5W, que ha conseguido hacerse un hueco para aquellos lectores interesados en crónicas de larga distancia, con información que no suele aparece en los medios tradicionales. ¿Cómo han logrado consolidar el proyecto?

R. Ha sido obra de todo un equipo de ocho periodistas fundadores, un programador web, y también todos los colaboradores y la gente que nos apoya, nuestros socios. Se lleva a cabo un trabajo cuidado, hecho con mimo, y un trabajo en el que en el centro de todo está intentar hacer periodismo con toda la pasión posible. 5W no tiene una fórmula mágica, pero si algo nos une en esta revista es que nos apasiona tremendamente esta profesión, y nos sentimos empujados a intentar hacerlo mejor porque sabemos que nos va a leer alguien que lo va a valorar mucho. Tratamos al lector como a alguien que no merece menos, y quizá por ahí es donde hemos encontrado un hueco.

P. En un mundo de saturación informativa, de inmediatez, clickbait e infoentretenimiento, ¿en qué medida crece el apetito por los temas como los que aborda 5W? ¿Cuentan con una comunidad fiel de lectores?

R. De momento son algo más de 3.000 seguidores, pero hay más gente que está en la Newsletter, hay muchas personas que nos siguen en los actos, en las presentaciones de los números en papel…La verdad es que esa comunidad fue el secreto para empezar, con un crowdfunding que fue un éxito total, en el que conseguimos más de 50.000 euros en 48 horas, pero no solo fue una cuestión económica. Pudimos constatar que muchas personas estaban dispuestas a pagar por periodismo internacional hecho desde el terreno. Desde entonces no han fallado, y ojalá vaya creciendo, mucha gente más conozca este proyecto y se apasione y emocione tanto como nosotros. Sin los socios, que suponen el 85% del presupuesto de esta revista, no habría 5W.

“Que haya un solo lector que se tome la molestia de escribir para decirme que le ha gustado mi libro me parece algo maravilloso”

P. ¿Recibe ‘feedback’ por parte de la audiencia sobre su trabajo y en su día a día en África?

R. Las redes sociales tienen eso, aunque son un poco engañosas, muy ‘trincheristas’. Normalmente son, o críticas apasionadas y muy positivas, o, al contrario, muy enfadadas y destructivas. Tengo la suerte de que mucha gente me escribe para comentar mis reportajes y me aportan mucho, porque me ayuda a entender por ‘dónde van los tiros’ y que intereses hay. Cuando alguien elogia mis libros o alguna de mis publicaciones lo agradezco muchísimo, nunca se bien que decir. Que haya un solo lector que se tome la molestia de escribir para decirme que le ha gustado mi libro me parece algo maravilloso.

P. Como corresponsal en África para La Vanguardia, ¿le resulta complicado vender los temas a sus jefes o hay mayor sensibilidad en esas historias, que a priori no son las que tienen más tirón en un diario?

R. Depende, pero al cabo del tiempo ya hay una cierta confianza y más o menos escribo sobre lo que quiero. No tengo mucho en cuenta la sensibilidad de ciertos temas, más bien las limitaciones son presupuestarias. La Vanguardia apoya poco o nada los viajes y tengo que montármelo yo para viajar donde quiera, pero esa libertad también la aprovecho al máximo y cuento las historias que creo que deben ser explicadas. Ojalá cada día viaje y se publiquen más, pero normalmente no hay una dirección definida desde arriba sobre que contar o no. En el 98% de las veces yo dibujo mi propia agenda.

“En África también pasan cosas maravillosas. Hay cambios y evoluciones que merecen ser contadas”

P. ¿Cree que la dureza de algunos temas atrapa más a los lectores y que hay que buscar asuntos que impacten para que la gente se sensibilice ante lo que sucede en África?

R. No. Estoy muy en desacuerdo de buscar el impacto por el impacto. Hay historias que no necesitan eso. Soy partidario de explicar África en su totalidad, y eso implica explicar las putadas y las cosas horribles que ocurren en el continente. Si hay guerras, hambrunas y epidemias hay que explicarlas, pero creo que haría un mal trabajo si solo me centrara en eso por un supuesto impacto. También pasan cosas maravillosas, hay cambios y evoluciones que merecen ser contadas, y también realidades rutinarias, ni buenas ni malas, que también son importantes, como la economía o la cultura. Por ejemplo, que una comunidad se comunique a través de los peinados, o unos videojockey que traducen las películas al idioma local en vivo… son cosas cotidianas que los lectores deben conocer.

P. A nivel más humano, ¿cree que tiene la obligación moral de enseñar la realidad africana por el desconocimiento de la mayoría de la sociedad?

R. El periodismo es un poco eso, decidir en qué posición te colocas, pero soy periodista, no activista. Creo que nuestra función no es intentar cambiar el mundo desde nuestro trabajo, sino poner un punto de inicio para que el lector comience a cambiar las cosas. Lógicamente sí hay sensibilidades que me tocan más. Por ejemplo, si estoy en el desierto del Kalahariy veo que a los San, (que es el pueblo que siempre ha residido ahí, viviendo de la caza y la recolección) los están expulsando porque se ha declarado una reserva natural en esa zona, y a 2 kilómetros hay una mina de diamantes y están haciendo una carretera de dos carriles, sí me parece importante. En este trabajo es habitual ver que el silencio mata, y que los primeros que están decididos a que permanezca ese silencio son los que abusan de los demás, pero normalmente los que no tienen voz son los que lo saben todo.

P. ¿Cómo enfoca su trabajo para dar voz a todo tipo de colectivos sociales en África?

R. Mi sensación es que es mucho más interesante hablar con alguien al que le están amargando la vida porque tiene ganas de gritarlo y decirte lo que está ocurriendo. Por otra parte, mi trabajo es dar voz a hijos de puta, a gente que me parece obscena y a multinacionales que no respetan los derechos humanos, pero en la esencia de lo que es el oprimido, creo que hay puntos de conexión, y si hablamos de muerte y asesinatos, o el amor por la familia, ahí nos podemos entender mucho. Por suerte para nosotros, no somos niños soldado, ni esclavas sexuales, pero en cambio, en el cariño de una madre desesperada si nos podemos reconocer. Busco eso, que en esa conexión de sentimientos se pueda construir encima un puente y que nos atrevamos a cruzarlo, y ver qué responsabilidad tenemos nosotros.

P. ¿Qué nuevos retos se plantea para seguir contando lo que sucede en África?

R. Tengo varios proyectos. Colaboro con La Vanguardia, pero soy freelance y hago mis historias. Este es un trabajo ‘sin red’ en el que estás haciendo una carrera de resistencia sin final. Eso significa que, o disfrutas del camino y te apasionas por lo que estás haciendo, o es muy difícil de continuar, porque siempre va a haber obstáculos y complicaciones. Yo prefiero centrar mis energías en solventarlos, e ilusionarme por proyectos, sino no podría continuar. Ahora tengo uno por el río Congo, que recorreré entero desde las fuentes de la desembocadura. Tengo ganas de hacerlo, ya que a partir de las historias que cuente y de las personas con las que me tropiece, podré explicar las tradiciones, la cultura y la historia, y la realidad del Congo hoy, y es una manera para explicar uno de los países más intensos del mundo. Ojalá no se me acaben nunca las ganas, y pueda seguir trabajando en esto muchísimo tiempo.

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