El impacto del COVID-19 en la economía del periodismo

Desplome publicitario, incremento de audiencias, tele-precarización, repunte de las suscripciones y la letanía del rescate a la prensa

Si te dedicas al periodismo, hay bastantes posibilidades de que te haya afectado un ERTE o que tu medio te haya dicho que conviene apretarse el cinturón. Algunos jefes se han bajado el sueldo, otros han suspendido el reparto de dividendos y en el peor de los casos han despedido a parte de la plantilla. Quizá no te haya ocurrido nada de eso, pero seguro que conoces a alguien afectado. 


El impacto del COVID-19 en el terreno laboral no es exclusivo del periodismo, como muestran los datos de desempleo de decenas de países. No somos peores como sector o menos solventes que otros. Los gestores reaccionan con la misma lógica de control del gasto, de cortoplacismo o de pura supervivencia. Y la última pieza de ese dominó funesto siempre es el periodista que se queda sin trabajo.

Fuente: Aïda Amer/Axios

En este artículo repaso las principales consecuencias de la pandemia en la economía del periodismo. El histórico incremento de audiencias vivido el primer mes sirve de poco ante el desplome publicitario. Aunque las suscripciones han repuntado, no será suficiente para sostener el peso del negocio ni en el corto ni en el medio plazo. Noticias en apariencia menos drásticas como las redacciones distribuidas pueden esconder una tele-precarización de la actividad periodística. Y, además, vuelve la letanía del rescate a la prensa.

Un acontecimiento de extinción

No es la primera vez que una crisis tambalea los cimientos de la industria. El COVID-19 ha sido un golpe seco, rápido y profundo. Craig Silverman lo ha descrito como un acontecimiento de extinción, como aquel meteorito que liquidó a los dinosaurios. La analogía no remite a la naturaleza de los periódicos impresos, porque este varapalo afecta a todos los medios por igual. Viene porque la pandemia ha esquilmado lo poco sano que quedaba del mercado publicitario, pulmón financiero —en ocasiones, el único— de la gran mayoría de soportes. Y porque el meteorito, según una de las teorías, no causa por sí solo la extinción.

Fue la concatenación con otros fenómenos naturales lo que provocó la aniquilación de miles de especies. Los medios ya estaban luchando por su supervivencia antes del impacto vírico, lo que debilitará su capacidad de recuperación. Corrían sedientos de un lado para otro buscando la escala del mercado publicitario, pero ese río se había secado ya hacía tiempo. Además, se afanaban en la producción aleatoria e indiscriminada de contenido para posicionar en Google, en la promoción pagada de sus piezas en redes y en la carrera por los paracaidistas del clic. Y a lo lejos el volcán empezaba su erupción.

Así que este golpe ha sido letal para muchas organizaciones mediáticas en todo el mundo, como se puede apreciar en esta fúnebre lista. Por la crónica de la crisis de 2008, sabemos que la recuperación económica —sea rápida o lenta— no devolverá a los diarios las cotas de inversión publicitaria previas a la pandemia. Hace una década aquella sacudida aceleró el proceso de destrucción creativa: gracias a la iniciativa emprendedora de cientos de periodistas, muchos de ellos despedidos, nacieron más de 400 medios digitales (APM, España). Ahora, sin embargo, no quedan balas en la recámara.

¿Ocurrirá lo mismo ahora?, se pregunta Ramón Salaverría, co-autor del estudio.

Como escribe Fernando Cano, en relación a los editores de prensa: “En una década de crisis de modelo, sus ingresos han caído a la mitad, su plantilla se ha reducido en un 40% y la venta de ejemplares ha bajado más de un 60%. Dicho de otra manera, los diarios impresos ya no tienen el músculo financiero del 2010 y sus plantillas están lo suficientemente recortadas como para intentar seguir manteniendo sus productos con el mismo nivel de calidad si se emprenden nuevas salidas”.

Desplome publicitario

La primera consecuencia directa de la crisis sanitaria ha sido el descenso de la inversión publicitaria en los medios, entre el 50% y el 80% según el soporte. Decenas de empresas han reportado pérdidas millonarias y sus estimaciones anuales se han recortado drásticamente. Aquí llueve sobre mojado, porque 2019 fue un año especialmente malo en España, con descensos en todos los soportes impresos (diarios -9,1%, revistas -14,5% y dominicales -7,8%) y en televisión (-5,8%).

Por su parte, las grandes tecnológicas resisten el enfriamiento publicitario. Google, Facebook y Amazon aguantan bien, aunque con un ligero freno del crecimiento. Son entornos propicios para las marcas que buscan una respuesta directa de los usuarios, intención de compra (commercial intent). Todo lo contrario que los medios, donde la presencia de anuncios se rige especialmente por la notoriedad (brand awarness).

En 2009, un investigador de la economía de los medios estudió el impacto de las recesiones económicas en el gasto de los anunciantes en los países de la OCDE. Su trabajo descubrió que con una disminución del 1% del PIB, la inversión publicitaria en medios disminuye un promedio del 5%. Con ese modelo, las previsiones para lo que queda de año son funestas.

Incremento de audiencias

También nos han contado lo bien que van las audiencias, lo mucho que ve la televisión, escucha la radio y consume noticias todo el mundo, especialmente por redes sociales. Sin embargo, hay indicios de hastío, que provoca saturación, desapego y desinterés en las noticias. En abril ya se aprecia, por ejemplo, un descenso del tráfico con respecto a marzo en los principales sitios de medios españoles, como apunta José Manuel Rodríguez.

Por tanto, el repentino y espectacular incremento no ha sido rentable económicamente, y confirma que el periodismo de interés público no opera siempre en una lógica de negocio. Por un lado, los anunciantes no compran ese incremento de la atención por miedo al contexto negativo y, por otro, la información se distribuye gratuitamente en momentos de alarma social. Decenas de medios han abierto su contenido restringido para el libre acceso público. Al final, el periodismo tiene esa externalidad positiva que también puede provocar su fallo de mercado: beneficia a más personas de las que realmente están dispuestas a pagar.

Así que se da la paradoja de que los medios digitales están batiendo récords de audiencia, pero no pueden monetizarlo, porque los anunciantes han recortado presupuestos o han bloqueado palabras clave relacionadas con la pandemia para evitar que sus anuncios se publiquen en ese contexto negativo. Eso provoca lo que Pepe Cerezo cuenta en el dossier “El impacto de la pandemia en la prensa”, los editores se encuentran ante un dilema ético y económico sin precedentes: informar sobre un acontecimiento que automáticamente les cierra el grifo de la publicidad.

¿Se dará por terminada ya de una vez esa carrera por la escala, esa pelea por los clics, por las páginas vistas y por los céntimos de la programática?

Tele-precarización

En España, los comités de empresa de Vocento, Prisa, Godó, Henneo, Unidad Editorial y Prensa Ibérica han aplicado ERTEs en sus entidades. La prensa local norteamericana también ha sufrido los recortes: más de 100 redacciones han despedido a parte de su plantilla, han eliminado ediciones locales, han reducido días de impresión o han cerrado la imprenta.

Como dice Pepe Cerezo, esta crisis va a acelerar tendencias, como la transformación hacia modelos organizativos en red. “El mundo post COVID-19 será́ más digital y menos físico”, indica. Pero cabe la sospecha de que este nuevo acelerón al tele-trabajo esconda un sistema productivo más precario, más estresante y con peores condiciones de empleo y temporalidad, como vacaciones obligadas o aumento de gastos no compensados.

Fuente: Sarah Grillo, Rebecca Zisser/Axios

Los periodistas del New York Times, por ejemplo, no volverán a pisar la redacción al menos hasta septiembre. La medida inmediata, según la nota de los editores, se acompaña de una apertura estratégica al trabajo a distancia. Como señala Ramón Salaverría, “la implosión de las salas de redacción comenzó hace años con la conversión de muchos de sus periodistas en falsos autónomos. Temo que esta tendencia sea una nueva vuelta de tuerca en ese proceso”.

Para cualquier medio de comunicación, la cobertura de esta pandemia sanitaria han sido un reto enorme. “Editores y jefes de sección están haciendo un gran esfuerzo para coordinar a sus equipos y gestionar el trabajo telemáticamente, con los redactores, corresponsales y colaboradores”, explica José A. García Avilés. “La mayoría de los periodistas trabaja desde su domicilio, a excepción de un reducido equipo de profesionales que sí opera físicamente desde las redacciones”. Lo que parecía una excepción por la crisis puede convertirse en la norma en este mundo post-COVID-19.

Repunte de las suscripciones

A pesar de que muchos diarios han abierto sus webs de forma gratuita, las suscripciones se han incrementado notablemente. Durante el pasado mes de abril The Guardian ganó 50.000 nuevos usuarios que aportan dinero de manera regular, lo que supone un ritmo de crecimiento entre dos y tres veces más rápido de lo normal, apunta Ismael Nafría. En Estados Unidos, los aumentos se han producido tanto en locales como en las grandes marcas. The Atlantic ganó 36.000 nuevos suscriptores en abril; Financial Times aumentó diez veces las suscripciones, también les ha ocurrido a Bloomberg o The Wall Street Journal. En España, las suscripciones a diarios nacionales y locales, según se desprende por algunas notas, también han aumentado, aunque los datos están por conocerse. El caso más significativo, eldiario.es, incrementó su base de socios en un 24% tras una campaña de ayuda entre su comunidad.

En este tipo de situaciones los medios se debaten entre alcanzar el mayor número de lectores y, en la medida de lo posible, rentabilizarlo, explica Cerezo en su informe. Para eso deben “lograr el equilibrio adecuado entre la monetización y el servicio público de forma que garanticen no sólo la ayuda a sus comunidades a lo largo de esta pandemia, sino que puedan seguir haciéndolo cuando pase”.

¿Servirá este repunte para neutralizar la caída de los ingresos publicitarios? No. La transformación hacia el pago de los lectores ha llegado tarde en la gran mayoría, dadas las circunstancias. Eso no quiere decir que no haya esperanza, pero a medio plazo es materialmente imposible crecer tanto vía lectores como para cubrir lo perdido vía anunciantes. No queda más remedio que acelerar esa transición hacia el “reader revenue”, aun a riesgo de cometer errores de proposición de venta que erosionan el capital de marca.

Las ayudas a la prensa

La petición de ayudas públicas a la prensa no es ninguna novedad. Académicos y asociaciones de editores han reclamado durante años diversos tipos de subsidios a la industria periodística. Pero, con el COVID-19, las reclamaciones son cada vez más frecuentes, y proceden también de los propios editores, muchos de los cuales han disfrutado de los dividendos durante las vacas gordas y han esquilmado sus redacciones para mantener la rentabilidad del negocio.

Algunos países ya han introducido pequeñas iniciativas. Canadá plantea una campaña publicitaria para complementar los ingresos de la prensa, aparte de aflojar la presión fiscal. En el Reino Unido, como en España, el gobierno ha invertido más en publicidad. Australia ha anunciado un plan que obligará a Facebook y Google a pagar las noticias. Aunque estas medidas pueden suponer un riesgo futuro a la independencia editorial, parecen soluciones desesperadas que es difícil discutir ahora mismo.

Sin embargo, flaco favor nos hacemos si descansamos todas las esperanzas de sustento en los políticos. Como escribe Rasmus Kleis Nielsen, director del Reuters Institute, “hay muchas más cosas que los legisladores pueden hacer para fomentar un entorno propicio para el periodismo independiente. Pero si no lo hacían antes de la pandemia, dudo de que lo hagan ahora, francamente”.

La postura del profesor Jeff Jarvis también es contraria. No le parece bien “pasar el cepillo” a los gobiernos porque muchas de las compañías que lo demandan no lo merecen. “Si el dinero debe ir a alguna parte, debería ser a los innovadores que reinventarán el periodismo”, concluye.

Lo que parece evidente es que ahora mismo se están tomando decisiones de vida o muerte empresarial en la mayor parte de los diarios de todo el mundo. La esperada consolidación de medios —la huida hacia adelante de la escala— no resuelve el problema número uno: la falta de propuesta de valor convincente. Como escribe Eduardo Suárez, la pandemia ha subrayado en todo el mundo el valor del periodismo de interés público y la importancia de tener diarios de prestigio. Pero ninguna cabecera sobrevivirá sin el apoyo de su audiencia.

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