La ética de la innovación periodística: fines, procedimientos y valores

La ética de la innovación puede convertirse en un valor estratégico para las empresas de comunicación, que contribuya a superar la crisis generada por la incertidumbre sobre el modelo de negocio, la pérdida de confianza por parte de los lectores o el incremento de la desinformación. No podemos entender un periodismo innovador que no sea ético. Y para ello, debemos tener en cuenta la ética de los fines (¿Para qué lo hago?), de los procedimientos (¿Cómo lo hago?) y de los valores (por qué lo hago). En este artículo reflexionamos sobre estas cuestiones que marcarán el escenario del periodismo en los próximos años.

Resulta muy relevador cómo los periodistas han respondido ante las sucesivas innovaciones que han ido surgiendo en las redacciones, desde el terreno profesional y desde otros ámbitos colindantes, y de qué modo han ido resolviendo los desafíos éticos que suscitaban esas innovaciones. En este proceso cabe distinguir un patrón común. Inicialmente, los periodistas tienden a considerar las nuevas prácticas como un desafío para los principios normativos consolidados, es decir, como algo ajeno a los estándares deontológicos, y por tanto consideran que esas nuevas prácticas deben ser resistidas precisamente por razones éticas. Esta actitud se traduce en un cierto rechazo, más o menos velado, a todas aquellas innovaciones que a primera vista entran en conflicto con las rutinas profesionales asentadas durante años.

Un ecosistema mediático inmerso en el cambio continuo y acelerado

El ecosistema mediático actual se caracteriza por la transformación permanente. Cambian las tecnologías y la audiencia se fragmenta cada vez más, al tiempo que dispone de una enorme oferta de información y de entretenimiento. Asimismo, los modelos de negocio tradicionales -basados en los ingresos publicitarios- muestran síntomas de agotamiento y crece la competencia entre los medios nativos digitales y los legacy media, al volverse obsoletas las estrategias que funcionaron durante décadas y les reportaron cuantiosos beneficios, como afirma la experta en gestión de medios Lucy Kung.

Tras varias etapas de adaptación e integración, los medios afrontan una transformación continua y vertiginosa. Lo nuevo no es el cambio sino el grado del cambio en el periodismo. Los cambios se aceleran por la incidencia simultánea de varias tecnologías (Realidad Aumentada, dispositivos de voz, Big Data, Inteligencia Artificial, Blockchain…) en la captación, producción y distribución de contenidos. Además, las empresas tecnológicas han irrumpido con fuerza, en competencia directa. Estos actores (Google, Apple, Facebook, Amazon…) acaparan un enorme porcentaje de la inversión publicitaria y atraen el tiempo y la atención de los usuarios, al igual que otras productoras y distribuidoras de contenidos (Netflix, HBO, Disney+, Spotify…).

Los medios de comunicación cada vez tienen menos control sobre cómo y dónde se consumen sus contenidos, mientras que su relación con las audiencias pierde consistencia en el entorno de comunicación interactiva, horizontal y colaborativa característico de la Sociedad Red. Ante la complejidad del entorno y la disminución de los recursos, las empresas mediáticas necesitan reconsiderar sus estrategias para estudiar dónde deben focalizarse. Desde esta perspectiva, la innovación es un camino que permite adaptar la tecnología, competir con las plataformas, afrontar la fragmentación de las audiencias y encontrar modelos de negocio exitosos.

Ética de los fines, de los procedimientos y de los valores en el periodismo

En mi opinión, ética y calidad periodística son términos sinónimos, ya que todo trabajo periodístico bien hecho es necesariamente ético. En este sentido, no podemos entender un periodismo innovador que no sea ético. Sin el componente esencial de la ética no existe periodismo capaz de innovar porque la propia actividad profesional de informar se basa en el compromiso con la verdad.

La ética periodística no goza de buena salud. Asistimos al debilitamiento generalizado de la ética en la sociedad, que también afecta a la profesión periodística. La actuación ética es una realidad única e indivisible: no cabe separar la ética profesional de la individual ni de la social, ni la pública de la privada. Cuando la ética se desvirtúa, los medios a menudo suplen esa carencia mediante la implantación de códigos éticos. De este modo, algunas redacciones adoptan normas elaboradas desde instancias superiores mediante regulaciones que en la práctica pronto tienden a convertirse en “papel mojado”.

En la ética aplicada a la práctica periodística podemos distinguir tres deformaciones:

- Determinismo tecnológico: creer que la tecnología impulsa el periodismo y por sí sola incide de manera directa en el desarrollo de los productos, procesos y prácticas periodísticas. La tecnología se concibe como una fuerza aséptica, generalmente con una implicación positiva, que determina los resultados de la actividad humana.

- “Apriorismo normativo”: considerar que la ética se reduce una serie de normas plasmadas en códigos y regulaciones. En cierto modo, la actitud de “ya tenemos un código ético” se convierte en un refugio para la inoperancia y denota cierto inmovilismo a la hora de afrontar los retos y tomar decisiones.

- Relativismo: entiende que no existen principios éticos universales ni absolutos, por lo que la actuación ética depende de los condicionantes en la producción, los factores sociales, culturales, políticos… así como de los planteamientos personales de cada individuo. Si se acepta que no existen verdades universales, solo distintas formas de interpretación, entonces cualquier decisión puede ser éticamente correcta si uno la justifica de acuerdo con sus propias creencias.

Mi propuesta en el terreno de la ética de la innovación periodística se fundamenta en tres aspectos esenciales que afectan a la toma de decisiones: la ética de los fines, la ética de los procedimientos y la ética de los valores, siguiendo los planteamientos de Cecilia Friend y Jane Singer y la ética abierta impulsada por Ward y Wasserman.

La ética de los fines se basa en la pregunta clave de “¿Para qué hago esto?”, es decir, ¿qué pretendo conseguir con este proyecto, producto o servicio? En ocasiones se tratará de investigar un tema, ampliar el conocimiento, actuar de forma responsable o rendir cuentas ante la sociedad. Los objetivos de una redacción pueden alinearse con el derecho a la información, formulado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, y en las constituciones de numerosos países, con sujetos que lo ejercen, tanto ciudadanos como periodistas. También pueden enmarcarse en la libertad de expresión, el derecho a la intimidad y el honor, el secreto profesional o el servicio público. Otros objetivos que cuestionan la ética son el sensacionalismo, la mezcla de información y opinión, la omisión intencionada de una información contraria a la línea editorial o la manipulación de datos.

La ética procedimental se centra en “¿Cómo lo hago?, ¿Qué procesos sigo para llevarlo a cabo?”. Los periodistas emplean procedimientos de verificación, colaboración con terceros, simulación de identidad, contrastar la información, confidencialidad con las fuentes, uso de filtraciones, pagar por informaciones, alterar digitalmente una imagen, editar unas declaraciones, etc. que deben explicar en cada caso, con la máxima transparencia posible. De acuerdo con el profesor Carlos Soria, el periodista tiene “el deber de revisar los métodos empleados para la consecución de una historia (…) La ética de los procedimientos plantea la vieja cuestión, constante y recurrente, de si el fin justifica o no los medios que se emplean”.

La ética de los valores alude a la cuestión de “¿Por qué lo hago? ¿Qué principios guían mi trabajo?”. El elenco de valores es muy amplio: veracidad, respeto, confianza, credibilidad, justicia, solidaridad, dignidad, honestidad, servicio, profesionalidad, imparcialidad, etc. Según argumentan Kovach y Rosenstiel, la profesión periodística debe regirse por estos principios: buscar la verdad; lealtad con los ciudadanos; tener una disciplina de verificación; ser independientes con respecto a quienes se informa; ejercer el control del poder; constituirse en foro público de la crítica y el comentario; ofrecer información sugerente y relevante, así como exhaustiva y proporcionada; y respetar la conciencia individual del profesional.

La ética de la innovación como estrategia para los medios

¿Cómo podemos evaluar los aspectos positivos y negativos de las innovaciones? ¿Y cómo puede la ética ayudarnos en esta tarea? Los casos de innovaciones negativas pueden ser extremos (por ejemplo, los campos de concentración como una innovación para el exterminio en masa), pero la mayoría de las innovaciones generan consecuencias tanto positivas como negativas. Esta ambivalencia se puede abordar mejor si se considera la innovación como un proceso que acarrea consecuencias en la sociedad. El informe “Buenas y malas innovaciones: qué tipo de teoría y práctica necesitamos para distinguirlas”, elaborado por Geoff Mulgan, analiza distintos casos de innovaciones ambivalentes. Por ejemplo, el uso de tecnologías de vigilancia para aumentar la productividad y la seguridad en el lugar de trabajo. Aunque pueden ser eficaces, también pueden generar un alto nivel de estrés en la fuerza laboral, así como problemas de privacidad.

Conviene subrayar que la innovación no está relacionada solo con los productos y las tecnologías, sino también con la reinvención de los procesos sociales y la creación de servicios que mejoren la vida de las personas. Innovar consiste en aportar una solución novedosa para un problema, que sea más eficaz, eficiente o sostenible que las soluciones ya existentes. Definimos la innovación en periodismo como “la capacidad de reaccionar a los cambios en los productos, procesos y servicios mediante el uso de habilidades creativas que permiten identificar y resolver un problema o necesidad, de modo que resulte en la introducción de algo nuevo que agregue valor a los consumidores y con ello se fomente la viabilidad de la organización periodística”. Las innovaciones relacionadas con el uso de la Inteligencia Artificial, los Datos masivos, el branded content, el blockchain, la Realidad Virtual y la Realidad Aumentada presentan implicaciones éticas de gran calado. Pero la ética de la innovación no puede reducirse a la tecnología, ya que posee un componente transversal que incide en cualquier proceso, servicio o producto.

El binomio ética-innovación ha originado tensiones entre distintos elementos que conforman el trabajo periodístico: privacidad y libertad, integridad y comercialización, participación y control, inmediatez y rigor, tecnología y humanismo. Como sugieren Cecilia Friend y Jane Singer, algunos periodistas emplean la ética como un arma defensiva, cada vez que califican una innovación como un ataque a los principios normativos o una amenaza para la integridad periodística, es decir, como algo que debe ser resistido por razones morales. En cambio, los periodistas pueden adaptarse a lo nuevo y, al mismo tiempo, conservar los valores esenciales de la profesión. La estrategia pone el foco en la toma de decisiones, en qué medida son coherentes con la ética de los fines, de los procedimientos y de los valores.

Algunos expertos, como Ellen Heindricks, advierten de la urgencia de evaluar los retos éticos que plantea el uso de la Inteligencia Artificial en las redacciones. Heindricks señala: “Hasta ahora no he encontrado ningún código de conducta que contenga principios sobre el uso ético de la IA en el periodismo. Además, no hay un debate abierto sobre qué principios éticos podrían constituir la base de esas normas autoimpuestas. Y, a diferencia de los códigos de conducta tradicionales, los acuerdos sobre el uso de la IA en los medios no son algo que los periodistas puedan debatir solo entre ellos. Es necesario un debate exhaustivo que incluya también la parte tecnológica y empresarial”.

Como argumentamos, la ética de la innovación se convertirá en un elemento estratégico para los medios y contribuirá a iluminar aspectos como la pérdida de confianza por parte de los lectores, la lucha contra la desinformación o la búsqueda de nuevas vías de financiación. Los periodistas innovadores están constantemente transformando los procedimientos y aplicando los valores éticos en los retos que afrontan. Urge por tanto construir una ética coherente desde la innovación que fortalezca el periodismo en la Sociedad Red.  

Si deseas ampliar, puedes descargarte este capítulo: An Inquiry into the Ethics of Innovation in Digital Journalism. En María Luengo y Susana Herrera (Eds.) (2021) News Media Innovation Reconsidered: Ethics and Values in a Creative Reconstruction of Journalism. Wiley-Blackwell.

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