IBERIFIER, un observatorio para luchar contra la desinformación en España y Portugal
La puesta en marcha de IBERIFIER ha permitido crear un observatorio integrado por más de 90 investigadores especializados en comunicación digital, desinformación, computación y análisis estratégico. En el proyecto, liderado por el profesor Ramón Salaverría (Universidad de Navarra), participan un total de 23 instituciones de España y Portugal: universidades, verificadores (Maldita.es, Verificat y Polígrafo), centros de computación, y think-tanks estratégicos. Lanzado en septiembre de 2021 con una duración de cuatro años, este proyecto avalado por la Comisión Europea está dotado con 1,47 millones de euros. En este artículo abordamos algunos de los retos que afronta IBERIFIER en la lucha contra la desinformación.
Poco después de que Rusia invadiera Ucrania, algunos jóvenes estadounidenses crearon cuentas de Instagram fraudulentas que compartían vídeos y fotos sobre la guerra. Fingiendo ser periodistas sobre el terreno, captaron a millones de seguidores y se beneficiaron de los anuncios insertados en sus páginas antes de que fueran retiradas. No se trató de un incidente aislado; la oportunidad de generar dinero mediante engaños ha generado un lucrativo mercado de bulos y contenidos falsos de todo tipo. Aunque los creadores de desinformación actúan por diversos motivos -desde objetivos políticos hasta la sátira social-, no se puede ignorar el factor económico. Según un estudio realizado en 2020 por el Global Disinformation Index, los sitios europeos de noticias falsas obtienen con sus actividades más de 76 millones de dólares al año.
La libre circulación de desinformación sobre asuntos como las causas y los efectos de la Covid-19, el desarrollo de la guerra en Ucrania o el caso ‘Pegasus’ del espionaje en los móviles plantean riesgos estratégicos y sociales para los estados europeos y sus ciudadanos. El flujo de contenidos falsos en internet propicia las maniobras tanto de individuos como de organizaciones públicas y privadas -incluyendo gobiernos y multinacionales a escala global- que pretenden manipular la comunicación pública mediante contenidos deliberadamente engañosos.
Las campañas de desinformación no suelen limitarse a la difusión de informaciones falsas, sino que también promueven relatos malintencionados y sesgados. Por ello, en la lucha contra la desinformación resulta esencial la coordinación entre cuatro tipos de actores: las empresas tecnológicas, los verificadores, las instituciones académicas y en último término, la sociedad civil. De ahí la estrecha relación que existe entre la comunicación estratégica, la comunicación digital y la diplomacia pública para hacer un frente común contra la desinformación, tal y como se plantea en el consorcio creado a través de IBERFIER.
El proyecto IBERIFIER está vinculado al European Digital Media Observatory (EDMO) fundado en junio de 2020 por la Comisión Europea con el objetivo de establecer una red de centros de investigación sobre medios digitales y recursos sobre verificación, mediante la creación de ocho unidades de investigación regionales. IBERIFIER forma parte de la red europea de observatorios para el estudio de los medios digitales y contra la desinformación. Además de IBERIFIER, conforman la red del EDMO los observatorios IDMO (Italia), EDMO Ireland (Irlanda), BENEDMO (Países Bajos y Bélgica), CEDMO (Chequia, Eslovaquia, Polonia y Hungría), NORDIS (Finlandia, Suecia, Noruega y Dinamarca), EDMO BELUX (Bélgica y Luxemburgo) y DE FACTO (Francia), que trabajan de forma interconectada.
En el caso concreto de IBERIFIER, se desarrollan cinco líneas de trabajo con una estrategia conjunta en la lucha contra la desinformación:
1. Investigar sobre las características y tendencias del ecosistema ibérico de los medios digitales.
2. Desarrollar tecnologías computacionalespara ladetección temprana de la desinformación.
3. Verificar y desmentir desinformación difundida o generada en el territorio ibérico, reportando a la Comisión Europea.
4. Elaborar informes estratégicos sobre amenazas de desinformación, tanto para su conocimiento público como para las autoridades de España y Portugal.
5. Desarrollar iniciativas de alfabetización mediática dirigidas a los periodistas e informadores, a los jóvenes y la sociedad en su conjunto.
El equipo de investigación que coordinamos en la Universidad Miguel Hernández- integrado por Alicia de Lara, Miguel Carvajal, Félix Arias, Alba García y Jose M. Valero-, en colaboración con otros miembros de IBERIFIER, se encarga específicamente de elaborar un informe sobre las tendencias de la innovación en el ecosistema digital de la península ibérica, que tratará de aportar las claves sobre la evolución de los medios de comunicación en los próximos años.
Ante la creciente desinformación que la guerra de Ucrania ha desencadenado en los últimos meses, IBERIFIER ya está trabajando en proponer medidas que contrarresten la ola de desinformación derivada de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. La red de observatorios del EDMO, en la que participan varias docenas de organizaciones europeas de verificación de noticias, ha puesto en marcha trabajos de detección, análisis y neutralización de los bulos y desinformaciones relacionadas con la invasión de Ucrania. Esta colaboración puede verse en la web War in Ukraine del EDMO. Además, la red impulsa un grupo de trabajo especial contra la desinformación sobre la guerra presidido por la investigadora estadounidense Claire Wardle, una de las mayores expertas mundiales sobre desinformación. El grupo está integrado por representantes de los ocho observatorios, incluyendo investigadores del consorcio hispano-luso.
En la Sociedad Red, donde las plataformas y redes sociales a menudo son la principal fuente de información, los usuarios corren más riesgo que nunca de consumir y compartir todo tipo de bulos y engaños. El ecosistema de medios digitales ha transformado la dinámica de la difusión de información: los hechos se mezclan con verdades a medias y con mentiras con objeto de difundir contenidos que multiplican la especulación, la propaganda y la pura falsedad. La difusión de mentiras con la intención de engañar se ha convertido en un problema global, reforzado por la omnipresencia de Internet, la posibilidad de que los bulos sean virales y el que muchas personas se informan a través de las redes sociales y no son capaces de reconocer ni los bulos ni la desinformación cuando la reciben en sus redes.
La desinformación se ha instalado en los ámbitos donde se dirimen las disputas políticas, como las redes sociales y las aplicaciones de mensajería, donde no existen “filtros” informativos. El auge de los populismos y los extremismos religiosos e ideológicos en numerosos países ha propiciado la polarización del debate público y la difusión indiscriminada de mensajes engañosos. También se ha detectado la fabricación masiva de cuentas falsas en las redes sociales mediante bots que amplifican artificialmente posicionamientos políticos e ideológicos y la creación de ‘deepfakes’, videos generados mediante herramientas de Inteligencia Artificial, que fabrican declaraciones falsas de personajes públicos.
Según los investigadores Bakir y McStay, cinco factores de la ecología de los medios digitales explican el crecimiento actual de la desinformación: la enorme inmediatez del ciclo de noticias; la rápida circulación de desinformación a través de los contenidos generados por los usuarios; el declive económico de los medios tradicionales, que han perdido peso en la difusión de información; la naturaleza cada vez más emocional y polarizada de los discursos en las redes; y el creciente número de personas que capitalizan los algoritmos utilizados por las plataformas, las redes sociales y los motores de búsqueda en Internet para beneficiarse económicamente.
Ante esta situación, el trabajo de los verificadores y la colaboración de las plataformas es más necesario que nunca. Por ejemplo, TikTok ha introducido la etiqueta “know your facts” («conoce los hechos»), que advierte a los usuarios acerca de los contenidos que pueden ser falsos. Por su parte, Google informó sobre la supresión de cuatro canales de YouTube y de una cuenta publicitaria, así como de la ampliación de su función de búsqueda —que muestra a los usuarios información fidedigna— en todos los Estados miembros de la UE.
La Unión Europea y sus Estados miembros están decididos a afrontar los intentos de quienes pretenden aprovecharse de la desinformación y ponen en peligro las vidas de los ciudadanos, difunden propaganda o siembran odio. Cómo subrayaba un informe de la Unión Europea en 2020, los discursos falsos se presentan de formas diversas que requieren respuestas diferentes:
- Su contenido, aunque no sea estrictamente ilegal, sigue siendo perjudicial.
- Pueden oscilar entre la desinformación deliberada y la información errónea.
- Pueden consistir en información sanitaria engañosa, estafas a los consumidores, ciberdelincuencia, incitación ilegal al odio u operaciones de injerencia extranjera.
- La motivación subyacente comprende desde el interés económico (estafas online), con el consiguiente perjuicio de los ciudadanos, a los fines políticos.
- Agentes externos y determinados países, como Rusia y China, han participado en operaciones de injerencia y campañas de desinformación en la UE.
Numerosas iniciativas han permitido avanzar en el conocimiento de la desinformación. Sin embargo, este fenómeno evoluciona muy deprisa con una creciente complejidad, por lo que persiste el desfase entre el conocimiento y la acción. Las últimas tendencias apuntan a un cambio en el modelo contra la desinformación para facilitar una mayor participación social y privada con la que complementar las medidas gubernamentales. Think-thanks como Brookingsconsideran insuficientes los resultados de los códigos de autorregulación y de los mecanismos intergubernamentales de coordinación en la lucha contra la desinformación en Estados Unidos, y proponen mecanismos inclusivos donde colaboren expertos privados y responsables públicos. Apuestan por una colaboración público-privada y un enfoque nacional (whole-of-society) más relevante que el meramente gubernamental (whole-of-government). En el mismo sentido, el Real Instituto Elcano destaca la necesidad de una mayor participación del sector privado en la lucha contra la desinformación.
Félix Arteaga, experto del Real Instituto El Cano, sostiene que los gobiernos y la sociedad en general disponen de escasos recursos en la batalla contra la creciente desinformación:
“Los Gobiernos han tomado conciencia de los riesgos de la desinformación para su seguridad y han comenzado a reaccionar, pero las sociedades y los individuos siguen despreocupados y contribuyen con su pasividad a su propagación. En estas condiciones, la desinformación acabará con la vida democrática tal y como se concibe en Occidente en no muchos años y, por eso, es necesario ampliar y profundizar la base de conocimiento y el modelo de actuación contra la desinformación que permita vacunar a las sociedades avanzadas”.
La desinformación entendida como un desorden de la globalización la generan de forma deliberada los agentes totalitarios, populistas o sectarios que no sólo buscan ganar notoriedad o dinero, sino incrementar su control en la sociedad. Numerosas campañas orquestadas pretenden suscitar dudas, generar tensiones y enfrentar a las naciones o comunidades; también repercuten en los individuos, a los que manipulan para cambiar creencias, lealtades y comportamientos. Desde el Real Instituto Elcano se argumenta que, al principio, la desinformación era utilizada por los gobiernos para influir nacional o internacionalmente, pero después se ha ido instalando en las agendas de influencia política, económica o ideológica. Los instrumentos creados por los Estados en sus actuaciones de influencia se emplean ahora en las estrategias de desinformación electoral, de lucro económico o de movilización social.
En este contexto, el trabajo de iniciativas como IBERIFIER permitirá diseñar una respuesta articulada y transversal a las consecuencias negativas que genera la desinformación en el ámbito de la península ibérica, no solo afrontándola a posteriori, sino formando a la ciudadanía con un espíritu crítico y fomentando un trabajo previo de detección temprana de los bulos.