La ‘revolución ChatGPT’ llega a la educación: decálogo de buenas prácticas

Hace unas semanas hice una encuesta informal entre mis estudiantes de periodismo y pregunté quién había utilizado ChatGPT y para qué. El 97% lo había usado (solo una persona no lo conocía) y la lista de actividades realizadas con la herramienta era impresionante, desde elaborar TFGs y reportajes, hasta análisis de contabilidad y diseño de presentaciones. Los cambios provocados por las tecnologías siempre hay que analizarlos con cautela. Sin embargo, es evidente que ChatGPT plantea una disrupción en la forma de acceder a la información, procesarla y presentarla, con consecuencias demoledoras para los actuales métodos de enseñanza y aprendizaje. En este artículo analizo estos cambios y propongo un decálogo de buenas prácticas en el uso de la IA generativa en la docencia.

Shantanu Kumar (Pexels)

Los jóvenes ya utilizan de forma masiva herramientas como ChatGPT de OpenAI, Bard de Google, y Bing Chat de Microsoft. Los profesores tenemos la obligación de mostrar a los estudiantes cómo funciona esta tecnología, sus posibilidades y limitaciones. No se trata de demonizar la IA generativa, ni mucho menos prohibirla, sino de enseñarles a utilizarla con responsabilidad y, nunca mejor dicho, inteligencia. Por eso, habrá una diferencia abismal entre aquellos docentes familiarizados con estas herramientas, su potencial y sus riesgos, que irán un paso por delante al aplicarlas en su metodología educativa, y quienes simplemente las ignoren o prohíban.

En un reciente artículo en MIT Technology Review, el editor especializado en IA Will Douglas argumenta que ChatGPT va a cambiar la educación, no a destruirla. Douglas desmonta los discursos agoreros sobre el final de la enseñanza, el pánico ante la copia indiscriminada de contenidos y la ley del mínimo esfuerzo entre los estudiantes. Lo único seguro es que los chatbots de IA generativa han llegado para quedarse. Y cada vez serán mejores, más precisos y difíciles de detectar. Prohibirlos es inútil e incluso contraproducente. Por ello, tenemos que preguntarnos cómo hemos de preparar a nuestros estudiantes para un futuro que ya es presente.

En un taller en el que se preguntó a los profesores universitarios qué pensaban cambiar en su docencia después de conocer ChatGPT, uno de los asistentes respondió: “He pensado que voy a jubilarle”. Evidentemente, es una postura extrema. No se trata de ignorar las amenazas ni demonizar lo nuevo, sino de afrontarlo con calma, analizando sus ventajas e inconvenientes, sin miedo a los cambios a nivel personal y profesional que el uso de la IA traiga consigo. Está claro que obligará a los profesores a adaptarse si quieren sobrevivir a estos cambios disruptivos. Muchos ya lo están haciendo.

Una de las expertas entrevistadas por Douglas explica cómo intenta que los alumnos sean más creativos y piensen críticamente, usando ChatGPT para que asuma el papel de oponente en un debate y que el estudiante aprenda a generar contraargumentos a los propios argumentos. Al exponerles a un sinfín de puntos de vista opuestos, ChatGPT les ayuda a detectar los puntos débiles en su argumentación. Otra profesora de psicología de la Universidad Estatal de Arizona ha reestructurado sus clases, introduciendo proyectos definidos por los estudiantes que exponen en público, frente a los trabajos tradicionales. “Estas sesiones les han hecho sentirse realmente partícipes de su aprendizaje de un modo que antes no habían experimentado”, afirma.

Matheus Bertelli (Pexels)

¿Es sorprendente que la amplia disponibilidad de ChatGPT haya llevado a los universitarios a adoptarlo como herramienta para fabricar trabajos? En absoluto. Según apunta en The Atlantic el investigador en videojuegos Ian Bogost, en un artículo titulado “El primer año de la IA en la universidad acaba en ruina”, advierte sobre las consecuencias de usar ChatGPT indiscriminadamente para cualquier tarea.

Hacer trampas no es un problema nuevo: las universidades han sobrevivido a las calculadoras, Google, Wikipedia, los sitios web de pago por trabajos y mucho más. A la vez, las herramientas que usan los profesores para detectar el plagio parecen tan perplejas ante la IA como los propios profesores. Por ahora, ChatGPT no es el fin de la educación, sino un nuevo comienzo. El resultado es un entorno educativo de aguas tumultuosas en el que ni estudiantes ni profesores están preparados para navegar.

Algunos profesores tratan de que los estudiantes consideren un uso responsable de las tareas hechas con IA. Pero no es fácil. “Es completamente desmoralizador”, le dice a Bogost un profesor de inglés de Florida sobre las trampas con la IA. “He pasado de amar mi trabajo en septiembre a querer dejarlo en abril”. Sus tareas se centran en la redacción de tesis, análisis de texto y ensayos. Este profesor cree que la IA ha iniciado una carrera de irrelevancia entre profesores y alumnos. Después de que los estudiantes admitieran haber utilizado ChatGPT para completar sus tareas, el profesor se preguntó por qué perdía el tiempo calificando trabajos automatizados que los propios alumnos quizá ni siquiera habían leído. Esa sensación de inutilidad ha infectado su enseñanza. “Me enamoré de la docencia y me encanta trabajar en el aula, pero con ChatGPT todo me parece inútil”.

No todos los docentes están desmoralizados. Francesc Pujol, profesor de la Facultad de Económicas de la Universidad de Navarra, ha editado una guía práctica sobre ChatGPT y su aplicación en el ámbito docente. El profesor Pujol, que usa ChatGPT en sus clases, analiza con esta herramienta el libro de desarrollo personal “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, de Stephen Covey. El objetivo es ofrecer una visión detallada de las ideas clave del libro de Covey, al mismo tiempo que muestra el potencial y los límites de este modelo de lenguaje como herramienta de análisis y síntesis de información. Por eso, el documento se estructura a partir de las preguntas formuladas por el propio Pujol y las respuestas proporcionadas por la IA. “Es una herramienta asombrosa para la generación de contenidos, por lo que permite replantear la lógica del aprendizaje autónomo”, señala.

Daniel Amo-Filva, profesor de Ingeniería Informática en la Universidad Ramon Lull, explica cómo se le puede solicitar a ChatGPT que genere informes a partir de datos recolectados de observaciones, notas personales, calificaciones o interacciones con las plataformas digitales. Solo es necesario incluir datos cualitativos y cuantitativos en el prompt y la herramienta hará el resto. La calidad de estos informes depende del modelo utilizado, su entrenamiento y su perfeccionamiento posterior en el campo de aplicación. Esto abre enormes oportunidades para el análisis de datos en la educación. “Los educadores ahora tienen a su disposición herramientas que les permiten trabajar de maneras que antes eran inimaginables: realizar seguimientos de rendimiento, identificar tendencias, detectar problemas o hacer predicciones, todo ello con una inversión mínima de tiempo y esfuerzo”, afirma Daniel Amo-Filva.

Los profesores Lluís Codina y Cristina Garde, de la Facultad de Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra, han compartido una serie de experiencias sobre el uso de ChatGPT en la docencia, orientadas a la elaboración de ejercicios sobre comunicación. Ambos docentes explican el paso a paso de actividades como la elaboración de un texto a partir de una conferencia, el análisis crítico de un documental, un informe sobre los principales aspectos de la curación de contenidos en periodismo.

En el Máster en Innovación en Periodismo, el uso de las herramientas de IA se integra desde 2020 en la asignatura “El impacto de la tecnología en el periodismo” que imparte el profesor Félix Arias. En enero de 2023, Arias publicó un artículo muy útil con 80 recursos basados en IA para generar textos, audio, vídeo e imagen. Próximamente, el profesor Arias realizará una estancia de investigación sobre IA aplicada al periodismo en el prestigioso grupo Polis de la London School of Economics. El curso 2023/24, las herramientas de IA estarán cada vez más presentes en todas las asignaturas del Máster.

Pixabay (Pexels)

Conviene incorporar ChatGPT en clase desde el inicio del curso y explicarles a los estudiantes cómo pueden sacarles partido a estas herramientas de IA generativa para generar ideas, mejorar sus análisis, buscar recursos, comparar argumentos, reflexionar y profundizar en los temas… En definitiva, convertir a ChatGPT en un asistente especializado que incorporen a sus rutinas, como Google, las redes sociales u otras herramientas. En este sentido, la American Psychological Association (APA) recientemente ha publicado orientaciones sobre el uso de ChatGPT como herramienta de aprendizaje y argumenta que “la IA puede ayudar a los estudiantes a prepararse para el mundo real fomentando el pensamiento crítico, con algunas advertencias”.

Los docentes hemos de repensar las metodologías en las clases y prácticas. Los trabajos y tareas genéricas, tales como elaborar un informe o una redacción sobre un tema, carecen de sentido. En cambio, conviene incluir tareas reflexivas, personales y sincrónicas, que incluyan trabajo de campo, preguntas de investigación, aportaciones personales y el razonamiento en público y oral. Así ChatGPT podrá convertirse en un “colaborador”, integrado en la metodología docente como un recurso más.

Nuestra principal labor como docentes es desarrollar las mejores condiciones posibles para que nuestros estudiantes realmente trabajen de forma autónoma y, en definitiva, “aprendan a aprender”. Para luchar contra la posibilidad del fraude y la trampa hará falta implicarse aún más en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Hemos de conocer mejor a los estudiantes y sus habilidades, para que, de forma explícita y transparente, indiquen cómo han usado estas herramientas y desarrollen su capacidad crítica acerca de las diferencias entre los contenidos generados por los humanos y por la IA.  En ocasiones será conveniente que usemos las herramientas de IA; otras veces, lo mejor será evitarlas. Y los resultados de aprendizaje a menudo tratarán de sacarle el máximo partido a estas tecnologías. Por ello, la formación continua es indispensable.

Matheus Bertelli (Pexels)

Termino con un breve decálogo de buenas prácticas que resume de algún modo lo expuesto en este artículo:

  1. Las herramientas de IA son tu aliado, no tu enemigo. Aunque se trata de un aliado imperfecto, susceptible cometer de errores y generar falsedades.

  2. Prueba, experimenta y conoce tú primero las posibilidades de ChatGPT: descubre cómo sacarle partido y sé consciente de sus limitaciones (sesgos, falsedades, ambigüedades, inexactitudes, etc.).

  3. Pregúntate: ¿Qué quieres enseñarles a tus estudiantes, qué competencias pretendes que consigan y cómo vas a evaluarlas? De este modo, el uso de las herramientas de IA estará alineado con tus objetivos docentes y lo evaluarás de modo consistente.

  4. Dales instrucciones claras a los estudiantes. Asegúrate de que conocen la herramienta y cómo usarla eficazmente, con pautas sobre qué preguntas son adecuadas y qué tipo de información no deben introducir en el chat.

  5. Pídeles que no se conformen con trasladar acríticamente los resultados de ChatGPT; estos deben ser el punto de partida en sus trabajos, no el producto final. Que se acostumbren a verificar, ampliar, contrastar y profundizar en los resultados de la herramienta.

  6. Fomenta su espíritu crítico para cuestionar y poner en tela de juicio las respuestas que obtienen de ChatGPT. Que aprendan a hacer mejores preguntas a partir de las respuestas obtenidas.

  7. Que documenten los prompts (indicaciones) utilizados y sean capaces de mostrar la trazabilidad de los resultados obtenidos.

  8. Que sean transparentes y expliciten con claridad cómo han empleado las herramientas y con qué objetivos. Potenciemos el uso ético y responsable frente al fraude, el plagio o la copia indiscriminada.

  9. La privacidad es esencial. Nunca introduzcas en ChatGPT ningún tipo de información personal ni datos de tus estudiantes (nombres, direcciones, números de teléfono ni cualquier otra información sensible).

  10. Ante la imposibilidad de controlar las fuentes de generación de textos, hemos de garantizar la transparencia en todos los procesos creativos, la trazabilidad de las fuentes y poder reconstruir el proceso de creación de contenidos en su totalidad.

Las máquinas pueden hacer muchas tareas de forma rápida y eficaz, pero nunca podrán suplantar la aportación del profesor y su valioso feedback individual. ChatGPT es capaz de múltiples tareas, pero no puede sustituir la experiencia del profesor en los procesos de aprendizaje. En este entorno, es esencial que fomentemos el uso crítico de la IA, incorporando la ética y la integridad en todos los procesos.

This is engineering (Pexels)

Como comprenderás, no me he resistido a pedirle a ChatGPT que elabore un decálogo de buenas prácticas sobre el uso docente de la IA generativa. Esta es su propuesta (juzga por ti mismo):

  1. Entiende las capacidades y limitaciones de la IA generativa: cómo funcionan estas herramientas, qué pueden hacer y qué no pueden hacer. Reconoce que son herramientas de apoyo y no reemplazan la experiencia humana.

  2. Fomenta la creatividad y el pensamiento crítico: Utiliza la IA generativa como una herramienta para estimular el pensamiento creativo y el análisis crítico. Anima a los estudiantes a reflexionar sobre las respuestas generadas y aportar su propio razonamiento.

  3. Utiliza la IA generativa para explorar ideas y perspectivas: Anima a los estudiantes a utilizar la IA generativa para explorar diferentes enfoques, perspectivas o soluciones. Pueden utilizarla como una herramienta para generar ideas nuevas o plantear escenarios hipotéticos.

  4. Fomenta la colaboración y el intercambio de conocimientos: Promueve el uso de la IA generativa como una herramienta para fomentar la colaboración entre los estudiantes. Anímalos a compartir y discutir las respuestas generadas, fomentando así el intercambio de conocimientos.

  5. Establece límites claros y adecuados: Establece reglas claras sobre el uso de la IA generativa en la docencia. Define los límites de uso, como el tipo de preguntas que se pueden hacer o las áreas en las que no se debe utilizar.

  6. Promueve la originalidad y la autenticidad: Recuerda a los estudiantes que la IA generativa es una herramienta para apoyar su aprendizaje, pero que la originalidad y la autenticidad son importantes. Anima a los estudiantes a desarrollar sus propias ideas y expresar sus propias voces.

  7. Utiliza la IA generativa como punto de partida. Pueden utilizar las respuestas generadas como base para formular nuevas preguntas o buscar más información.

  8. Supervisa el uso de la IA generativa para garantizar que los estudiantes la utilicen de manera ética y responsable. Evalúa la calidad y relevancia de las respuestas generadas, y proporciona retroalimentación para mejorar su uso.

  9. Promueve la alfabetización digital y ética: Educa a los estudiantes sobre la importancia de la alfabetización digital y ética en el uso de la IA generativa. Explícales los riesgos asociados, como la propagación de información errónea, y promueve la responsabilidad en su uso.

  10. Fomenta la reflexión sobre el impacto de la IA generativa: Invita a los estudiantes a reflexionar sobre el impacto social, ético y legal de la IA generativa. Anímalos a considerar cómo puede afectar a la sociedad y a su propio campo de estudio, y a debatir sobre posibles implicaciones.

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