Carlos Scolari: "En una división internacional de narrativas transmedia, probablemente Latinoamérica estaría entre las primeras"
Carlos Alberto Scolari es profesor del Departamento de Comunicación de la Universitat Pompeu Fabra y doctor en Lingüística Aplicada y Lenguajes de la Comunicación por la Università Cattolica di Milano (Italia), donde se especializó en el estudio de los medios digitales y la ecología mediática. Entre sus obras destacan: “Hipermediaciones. Elementos para una teoría de la comunicación digital interactiva” (2008), “Narrativas Transmedia. Cuando todos los medios cuentan” (2013), “Ecología de los medios. Entornos, evoluciones e interpretaciones” (2015) y “Las leyes de la interfaz: Diseño, ecología, evolución, tecnología” (2018). Scolari ha impartido un seminario en la Universidad Miguel Hernández y varias sesiones sobre narrativa transmedia en el Máster en Innovación en Periodismo.
Pregunta: ¿Qué son las narrativas transmedia?
Respuesta: Tras muchos años de discusiones y debates parece que al fin todo el mundo se ha puesto de acuerdo. La definición más consensuada hace referencia a dos componentes clave: el relato se cuenta en muchos medios y plataformas y los usuarios participan en su expansión. En cambio, en el ámbito profesional, muchas veces se hace referencia exclusivamente a esta primera parte, dejando de lado las aportaciones de la audiencia. Se cree que con dar “me gusta” a un contenido es suficiente, cuando las narrativas transmedia van mucho más allá. Ya no hablamos de consumidores, sino de prosumidores que generan contenido y participan de una forma más amplia. Si no, solo se trataría de un broadcasting ampliado.
P: ¿Cómo podemos hacer que los usuarios vayan más allá de ese “me gusta”? ¿Cómo podemos lograr que creen contenido propio y expandan el relato?
R: Existe cierto misterio al respecto. Es como si nos preguntamos cómo lograr que una película de Hollywood tenga éxito. Incluso a ellos, que tienen una larga trayectoria y mucho know-how sobre el tema, les cuesta a veces movilizar a los fans para que vayan al cine a ver una película. Si además queremos que la gente produzca contenido, el tema se complica. Lo fundamental es que tengas una buena historia que atraiga y retenga a la audiencia. Además, no debemos olvidar que un mismo producto puede tener muchos públicos diferentes. A lo mejor lo que motiva a participar a un público joven, no genera el mismo tipo de respuesta en un público adulto. Incluso en un público joven pueden coexistir diferentes perfiles y subculturas. Tiene mucho que ver con el método del ensayo y error.
P: Las narrativas transmedia se han vinculado tradicionalmente al ámbito de la ficción. No obstante, ¿qué pueden ofrecer este tipo de relatos al periodismo? ¿Qué pueden aportar tanto al medio como al usuario?
R: Las primeras reflexiones sobre las narrativas transmedia, si pensamos en Henry Jenkins y su libro Convergence Culture: Where Old and New Media Collide (2006), se centraban principalmente en la ficción, aunque no tardó mucho tiempo en expandirse a otros ámbitos. En el caso del periodismo, uno de los grandes ejemplos se encuentra en el documental transmedia, entendido como una expansión o evolución del documental tradicional. Existen muchos ejemplos, como la National Film Board de Canadá o algunas productoras europeas, aunque yo destacaría América Latina. Si tuviésemos que elegir una división internacional de narrativas transmedia a día de hoy, probablemente Latinoamérica estaría entre las principales. Países como Colombia o Argentina están creando proyectos muy potentes. De hecho, gran parte de las universidades colombianas tienen proyectos de producción e investigación transmedia relacionados con el postconflicto. Después de tantos años de guerra, fomentar que la gente participe y cuente su propia historia puede ayudar a cicatrizar las heridas.
Carlos Scolari durante el seminario impartido en la Universidad Miguel Hernández.
Desde un punto de vista económico, las narrativas transmedia se presentan como una posible solución a la atomización de las audiencias. Hoy en día consumimos el contenido desde diferentes soportes como el móvil, la tableta, la televisión o las redes sociales. Frente a esa fragmentación, las narrativas transmedia nos permiten contar una historia en diferentes soportes y formatos. Resulta muy interesante porque puede que en ciertas plataformas el contenido sea gratis, pero si de verdad te interesa y quieres continuar consumiendo el relato, probablemente tendrás que pagar en otra plataforma. Se trata de un modelo de negocio que permite compensar de alguna forma las ganancias que se pierden de la fragmentación del broadcasting tradicional.
No obstante, lo realmente importante, es la posibilidad de abrir el relato para que los usuarios puedan contar sus propias historias. En el periodismo tradicional el periodista iba a la fuente, la entrevistaba y después organizaba el relato. Las narrativas transmedia permiten que la historia continúe expandiéndose incluso fuera del control del periodista. Esa es la lógica del transmedia, ya sea ficción o no ficción. Perder el control significa que el proyecto ha funcionado.
P: ¿No es peligroso perder el control del relato a manos de la audiencia? Especialmente en el ámbito del periodismo.
R: Siempre ha sido algo complicado. La autora de Harry Potter en su momento envió a los abogados para evitar que los fans escribiesen historias, es lo que se llamó “la guerra de Harry Potter”. Con el tiempo se dio cuenta de que impedir que continuaran el relato era un error y, cuando salió la última película, ella misma les invitó a hacerlo. Otro creador que sufría mucho en el ámbito de la ficción era George Lucas. No aceptaba que los fans creasen nuevas historias y fanfictions. Para él tenía que ser un trago amargo ver que sus personajes eran manipulados por quién sabe quién para contar nuevas historias. No era consciente de que si la gente continuaba su relato, quería decir que el mundo narrativo que había creado era un triunfo, aunque dejase de pertenecerle por completo.
En cambio, en el periodismo, el fenómeno fan no es tan evidente. Un trabajo de investigación con un tema candente, puede abrir el debate y hacer que se compartan historias más allá de las que programó el periodista. Eso significa, al igual que en la ficción, que el relato ha sido un éxito. Por supuesto siempre prestando especial atención a aquello que publica la audiencia. En cualquier caso, hay que tener claro que es imposible mantener el control del relato al cien por cien No sé si antes existía mayor control o una utopía de control, pero hoy en día nadie controla nada. Todo es muy efímero. Lo que debemos hacer es participar en la conversación e intentar que nuestro proyecto invite a los usuarios a participar.
P: ¿Cuál es la situación de la producción transmedia en España?
R: En España destacan algunos proyectos como el RTVE Lab, quienes están realizando varias propuestas de documental interactivo y transmedia. Otro recurso muy interesante es el mapa de la producción transmedia en Cataluña realizado por el profesor Carles Sora de la Universidad Pompeu Fabra. No obstante, aún hay mucho margen para seguir creciendo. Hace poco leí un tuit muy interesante al respecto. Hablaba de las tertulias deportivas durante el mundial y cómo a día de hoy siguen empleando una estructura paleolítica. La mayoría de los medios reúnen a cuatro o cinco personas alrededor de una mesa, cuando se podrían hacer programas mucho más potentes si se aplicase bien la lógica transmedia. Por ejemplo, pidiendo a la gente que envíe sus vídeos y fotografías, que comente las jugadas… El problema es que a las grandes empresas de comunicación les cuesta mucho moverse y adoptar nuevas estrategias. Son precisamente los pequeños medios los que tienen más margen de maniobra. Si una empresa lleva más de cien años haciendo periódicos o libros, les va a costar horrores adoptar una nueva lógica más interactiva y participativa. En cambio, un medio pequeño creado por jóvenes comunicadores, está más predispuesto a este tipo de narrativas porque les resulta un entorno natural.
P: Existe la creencia de que los proyectos transmedia requieren una gran inversión y que, por tanto, están limitados a ciertos medios y productoras. ¿Existen ejemplos de iniciativas que podamos llamar “low cost”? ¿Es posible emplear narrativas transmedia sin realizar una gran inversión?
R: La investigación transmedia siempre ha venido impregnada de la ficción y el entorno de Hollywood, por eso existe la idea de que hay que ser Marvel o Disney para hacer un proyecto transmedia, cuando no es cierto. En América Latina existen muchos proyectos desarrollados por las universidades sin mucho presupuesto, que tratan temas tan relevantes como el narcotráfico, la trata de mujeres o el post conflicto. Se pueden hacer este tipo de proyectos sin realizar una gran inversión tranquilamente, la financiación nunca debe ser un motivo para echarse atrás. Además, el dinero nunca es garantía de que el proyecto vaya a ser un éxito. Al final lo más relevante es contar con una buena historia. Si no la tienes, todo el dinero que inviertas es dinero tirado a la basura.
P: En numerosas ocasiones ha destacado la influencia de los videojuegos en el mundo transmedia. De hecho, en su libro Narrativas transmedia: Cuando todos los medios cuentan (2013) destaca la corriente del newsgaming como un fenómeno a tener en cuenta. ¿Qué pueden aportar este tipo de narrativas inspiradas en el diseño de videojuegos al periodismo?
R: Es un tema muy interesante. El concepto fue lanzado en el libro Newsgames: Journalism at play (2009) publicado por el MIT, aunque ya lo había trabajado anteriormente el diseñador de videojuegos Gonzalo Frasca. Pensando en el paraguas del periodismo transmedia, los newsgames pueden ser un producto interesante. El problema es que cuando se publicaron los primeros libros sobre el tema había muy pocos ejemplos para analizar. Sucedió un fenómeno parecido a lo que pasó con el hipertexto a principio de los noventa: era prácticamente una burbuja teórica. Ahora empieza a haber más ejemplos de newsgaming.
En una entrevista que realicé a Gonzalo Frasca le pregunté algo que me parece relevante: ¿hasta dónde la urgencia de las breaking news permite crear un videojuego? Frasca me contestó que estaban creando videojuegos para Cartoon Network y Disney en 24 horas con tecnología flash y html5. ¿El problema? En el periodismo 24 horas es muchísimo tiempo. Por eso lo que postulaba en el libro, y creo que sigue siendo válido a día de hoy, es que este tipo de narrativas son más adecuadas para el periodismo de investigación donde hay más tiempo para madurar las cosas.
P: Aparte de los newsgames, ¿qué otras estrategias y fórmulas narrativas cree que pueden ser interesantes desde el punto de vista del periodismo transmedia?
R: En el ámbito del periodismo lo que más ha avanzado es la realidad virtual. Hay proyectos muy interesantes como el especial de Fukushima de El País. El problema es que no deja de ser una experiencia individual a través de unas ganas RV. Este año en el Mobile World Congress de Barcelona había una simulación con tecnología Huawei en la que podías caminar por la luna. Decían que se trataba de una tecnología que se iba a utilizar para formar astronautas y para parques de atracciones. Pero, ¿por qué no emplearlas en el periodismo? En el caso del documental o el periodismo de investigación puede ser un recurso muy útil.
Otra idea interesante en cuanto a realidad virtual es la visualización de datos en 3D. Algunas universidades, entre ellas ITESO (México) con la profesora Rossana Reguillo, están investigando sobre movimientos sociales y trabajando con drones, visualizaciones de datos, datos masivos y RV. Gracias a estas tecnologías, se pueden crear visualizaciones inmersivas en las que el usuario puede navegar físicamente por la información.
P: ¿Podría recomendar algunas iniciativas indispensables para aquellos que se adentren por primera vez en el mundo transmedia?
R: En el ámbito de la ficción están Star Wars, Matrix, Star Trek o Doctor Who. En España destacaría El Ministerio del Tiempo, un proyecto monomediático que ha ido evolucionando hasta convertirse en transmedia. En el ámbito documental echaría un vistazo al trabajo de la National Film Board de Canadá y los proyectos de América Latina. En concreto, Calles Perdidas y Mujeres en venta de Argentina y el medialab de la Universidad EAFIT de Colombia, donde tienen varios proyectos sobre el postconflicto y han organizado algunos congresos sobre transmedia. Lo más interesante es que premios tradicionales de periodismo, como el de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, empiezan a crear categorías para el periodismo transmedia. El Pulitzer también comienza a reconocer este tipo de categorías. Es una señal de que poco a poco se va ganando terreno. Ya no se trata de algo exclusivo de frikis recluidos en el sótano de un diario, sino que son equipos que empiezan a producir de forma consciente proyectos de periodismo transmedia.